Lawrence Durrell
Los Trazos del Paraíso
Sí, toda obra es mental y toda mente la posibilidad de una obra en marcha. Cada cuerpo como cada lugar un mudo de imágenes o un simple nudo de fantasías. En todo esto juega un papel primordial el hombre o bien quién o lo que lo habita. Aunque parece simple, es –así me lo parece- necesario denotar la diferencia que hay entre fantasía e imaginación, rápidamente: Imaginación proviene del latín imago, imagen, de aquí de derivan magisterio, magister –maestro -, magia, etc. Fantasía proviene de Fantos, fantasma, fantasmagórico. Todo esto lo traigo a colación porque el artista es un hábil habitante de la Imaginación –todo hombre que imagina es creativo- muy al contrario de la mayoría de los hombres que sólo fantaseamos. Es artista, es un hacedor de imágenes, no de fantasmas. “La fantasía es la hermanastra de la imaginación” (Gastón Bachelar).
SIN PARAÍSO –del cuarteto de pinturas que conforma AL NORTE DE LA NOCHE- de Fermín Gutiérrez (Final México, 1993), nos subsume por la vía de la imaginación al Mito –aparentemente semita- de los Orígenes; pero si observamos un poco más de esta obra, encontraremos en ella, incluyendo el mismo tema como “detrás” de este, sus propuestas de orden “tecnoplástico”, o por qué no, “antiarquitectónico” o “desconstruccional”. Cuando digo que es “antisemita”, valga la expresión, me refiero obviamente a la pareja primordial, es irónica, con todo y su crisis, y extemporánea en sí misma; vemos una Eva – Circe (muy griega) y un Adán – dandy, con sombrero, por supuesto, entrelazados por una serpiente con cara de demonio que otra vez “nos engaña”, porque, ¿qué mito o cosmogonía no tiene su serpiente, o su demonio, o su pareja primordialis?. Sólo el “Pum – Bang”. Por otra parte, lo más probable es que aquí el mito esté siendo utilizado por nuestro pintor, únicamente para persuadirnos objetivamente de sus propuestas plásticas, relacionadas exclusivamente con su “obsesión antiarquitectónica”. Aquí el Mito y la Arquitectura se retuercen en un juego de espejos “imaginales”. Los sólidos se ablandan, no sólo eso, se esfuman; los cuerpos nubes se desvanecen, los mismos puntos de la arquitectura se “fugan”. ¿Qué sucede entonces con la armonía, el punto, la línea y el plano?. Aquí están, aquí hay armonía, a pesar de esta sensación de inaprehensibilidad. He aquí uno de los tópicos básicos –tal vez el principal- de la propuesta plástica de Fermín Gutiérrez. Dos de las pinturas más representativas y correlativas a esto son, en este cuarteto: Laberintos del Cielo y Consumiendo la Tarde. La cuarta, Paraíso, remitente claro a nuestra “mitosidad” del árbol de la ciencia, del bien y el mal, en su variante de “árbol humano” , o por qué no, de ese “mito primo” –por pocos conocido- del “origen vegetal del hombre”, es una extensión ineludible de la primera (pintura) Sin Paraíso y también, el puente o principio de su “desconstructivismo constructivo”, con el que nos enfrenta, “asentadamente”.