Eduardo Morales
Del yo al ello
Se ha repetido muchas veces que el acto de creación artística es un riesgo (andar sobre una “cuerda floja” dijo alguien). Pero es también una angustia y cierta iluminación; tiene mucho de pesquisa y de cálculo, de expectativas, de fabulación. Mas, es que tal lugar común hace que se olvide frecuentemente la heroicidad que, por lo mismo y tan a menudo, comporta todo acto de creación artística. Acto, por demás, que también requiere de integridad, osadía, negatividad, trauma, disciplina… para producir “una estructura mínima expresiva”, al decir de Morawski cuando define la obra de arte .
A mí en lo personal, la obra de arte me importa más como conflicto que como riesgo (si es que el conflicto en sí mismo ya no implica un riesgo a su vez).
Lo conflictual -que no lo conflictivo- sería, a mi juicio, uno de los principales presupuestos crítico-teóricos a tener en cuenta al considerar la obra del artista plástico, y arquitecto, Fermín Gutiérrez. Entre otros presupuestos a considerar en dicho análisis, estarían la facticidad, la linguisticidad, la dialogicidad, la narrativa, su locus y algunas otras consideraciones.
Desde luego, supongo que una incursión como la que propongo en la poética , la praxis y los matices artístico-estéticos y socioculturales de la obra de este artista requiere enfocarse desde los más controvertidos y actuales enfoques de las teorías del arte. Pero es que trato de legitimar, obviamente, una práctica artística que sobrepasa en sí misma sus propios límites (locales, ideoestéticos, biográficos, estético-epistemológicos, etc.). Por consiguiente, el saber teórico del que me sirvo como plataforma o matriz reflexiva debería tratarlo con y desde las nociones más avanzadas, y riesgosas, de las ciencias (en este caso de las ciencias sobre el arte, claro está).